viernes, 25 de octubre de 2013

La justicia

Los delitos más habituales que se pueden encontrar en el país son los robos, pocas veces hay asesinatos  o violaciones. La sociedad no está impregnada de la avaricia ni la corrupción. Esto solo existe en las personas más cultas, las que están al mando del poder. La pena de muerte está permitida. 

El tráfico

El caos en la carretera es una característica típica. Transeúntes, bicis, motos, coches y carros de burros se aglomeran  sin una dirección fija por un mismo carril. Los animales domésticos (vacas, gallinas, ovejas…) son unos transeúntes más que tienes que tener en cuenta en la conducción.   


Sólo en las grandes ciudades (Bobodiulaso y Ouagadogou) existen las carreteras asfaltadas. Durante nuestra estancia estaban en proceso de asfaltar la carretera que conecta las dos principales ciudades.
Los accidentes son constantes. No existen normas de circulación, ni medidas de prevención: no hay cascos, ni farolas. Los vehículos siempre transportan una carga excesiva. Las motos son conducidas por niños. Por la noche conducen a oscuras. No es necesario un carnet de conducir. Todo esto repercute elevando el número de accidentes. 





25/07/13


Amanece bajo cielo diferente, pero encima del mismo rojo y verde de anoche. Las calles están repletas de gente y de pequeños comercios que buscan conseguir un poco de dinero para subsistir.  Estos comercios son simplemente unas tristes casetas montadas al pie de la acera. Puedes encontrar cualquier cosa imaginable en un país subdesarrollado. 

Por donde vamos hay “negros” que nos miran como “blancos”. Nos ven como fáciles consumidores, lo que hace que todos vengan a exponernos sus comercios.

La vida aquí es muy tranquila. No existe el estrés, ni los agobios. Se trata de la lentitud personificada en miles de seres, que viven su vida independientemente, sin ningún tipo de preocupación que vaya más allá que el simple sobrevivir. 




Son personas felices, con una vida feliz, en un mundo feliz.

Lo que más me ha impactado hoy ha sido ver a las personas pedir en la calle. Se trata de personas enfermas por la polio o por enfermedades mentales. Los enfermos de polio van arrastrándose por el suelo de tierra, ya que sus extremidades se han distorsionado hasta llegar a la discapacidad. Una mujer con rodilleras caseras llevando a su hijo a cuestas nos mira con una gran sonrisa. Los enfermos mentales van desnudos por la calle, haciéndose notar ante la tranquilidad existente.


No consta organización alguna. Ni tampoco franjas horarias que determinen las acciones, el que hacer. Cada uno hace lo que quiere y cuando quiere. Y esta ley se aplica a cualquier edad.

24/7/13

Y llego el día en el que por fin empezamos a subir escalones para llegar a la cima de nuestro destino: Burkina Faso.
Después de muchos ánimos, abrazos y despedidas llegan las 12:07h de la mañana, hora en el que cogemos el primer vehículo, entre muchos, para poder aterrizar en el país.
Lo que más me ha sorprendido de estos días es el cariño y el apoyo que nos han dado todas las personas, al igual que la implicación que la población ha mostrado ante esta causa.
En el avión he vuelto a recordar la sensación de despegue que se había quedado guardada en el fondo de mi memoria. Una sensación de vacío y de libertad, de agonía y tranquilidad, de nervios y de paz. Donde todo desemboca en ganas de vivir, de continuar.


La primera impresión en el aeropuerto ha sido la igualdad entre todas las nacionalidades que convivíamos en ese momento. Sin desprecios, malos gestos, ni inferioridades.  El aeropuerto de Casablanca estaba en unas condiciones diferentes a los aeropuertos que había estado hasta el momento.  


Las vistas desde el avión: poca urbanización, poco espacio de ciudad. Rojo y verde. Verde y rojo.
A las 12:10, después de dos trenes, un autobús, un avión, dos buses más y un último avión llegamos a Ouagadagogou. Salimos del aeropuerto. Primera visión del exterior.  Dos hombres nos esperan. Las calles están solitarias y oscuras.  Lo único queda a estas horas son los vicios y los males de la noche en la gran ciudad, como toda gran ciudad.